La música revoluciona, pero ¿quién está dispuesto a pagar?

La transformación vertiginosa de la música no cesa, a raíz del boom de Internet.
Desde que Napster se atrevió a facilitar el intercambio gratuito de canciones en 1999, desde que Apple desarrolló el reproductor iTunes, y desde que la red social MySpace permitió a los artistas promover gratuitamente su música en audio y video, el fenómeno del cambio sigue indetenible.
La música se ha liberado en todos los sentidos, principalmente de su soporte físico, y hoy se habla de música 2.0: ahora es compartida desde tiendas virtuales hasta P2P (peer to peer) o programas de descarga, ‘streamings’ o música en línea y descargas directas.
El concepto de Web 2.0 se refiere a la capacidad del usuario de adquirir contenidos, crearlos y compartirlos a través de aplicaciones y comunidades sociales que ofrece la red.
El término surgió como contraposición a los desarrollos web previos al 2003, hoy llamada Web 1.0, y que se caracterizó por tener páginas estáticas y de solo lectura, limitaciones de ofertas en el navegador, contenidos centralizados y falta de interacción entre el usuario y los contenidos.
Hábitos
La gente escucha más música que nunca, y gratis, y todos los días surge un nuevo cantante.
Esta idea corrobora la frase del experto y consultor musical español Roberto Carreras, de que “Internet no ha acabado con la música, no es el enemigo de la música, sino su mejor aliado”.
La música vive momentos complejos, pero de sencillos. Según una encuesta realizada en el portal de este diario, un 93.5 por ciento de los usuarios prefiere adquirir sencillos o cortes individuales, frente a un 6.5 por ciento que apuesta al álbum.
Los cantantes están más conscientes de la situación. Antes de crear un álbum, graban canciones, y les sirve como una manera de darlo a conocer al público y recibir su aprobación.
Según el éxito de pegada que van teniendo los sencillos, estos pasan a formar parte de una recopilación para el posterior lanzamiento de un disco, tal como es el caso de la banda de rock Futuros Divorciados, que presentará su primer disco el 7 de agosto.
Pero mientras esto ocurre, el usuario de la música es cada vez más volátil y posee un abanico de opciones musicales.
Es menos fiel y más atrevido, lo que se traduce en nuevos hábitos de escuchar cantar a los artistas, en un tiempo donde no hay verdaderos ídolos.
Si hasta hace poco se hablaba de descarga de música, ahora la gente experimenta los llamados ‘streamings’, tecnología que hace posible escuchar música o ver videos sin necesidad de ser descargados.
Los usuarios son más libres para elegir lo que quieren escuchar. “Me canso del playlist (lista de reproducción) de mi celular y mi computadora. Cuando estoy en el trabajo, busco una página de Internet de música en línea y escucho algo distinto todos los días, y no tengo que esperar a que se descarguen en una página o programa”, admite Cristina González, de 23 años.
“Cuando a mi mente le dan cambios de canales, busco una cancioncita de amargue, o un trance, si estoy contenta”, agrega.
Según los resultados de nuestra encuesta, un 30.4 por ciento de los usuarios escucha música en línea en la computadora, y un 21.7 por ciento ve videos de música.
La descarga de canciones es desplazada a un tercer lugar, con un 19.6 por ciento, y la radio ocupa la cuarta posición, con un 15.2 por ciento de preferencia.

 
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